Documento redactado a mediados de Octubre de 1943 (apenas dos meses tras la fallida operación 'Zitadelle') por el departamento de instrucción del Inspector General de las Tropas Acorazadas donde se analizan las causas del fracaso de la operación y posteriores combates defensivos y donde además se proponen medidas inmediatas para estabilizar el frente y evitar el, según este departamento, previsible colapso del Arma Acorazada.

Nota:
Las conclusiones a las que se llegan en este análisis, especialmente la propuesta de retirar las totalmente exhaustas divisiones acorazadas gradualmente del Frente del Este, serían transmitidas solo dos días más tarde a Hitler por el própio Inspector General de las Tropas Acorazadas Heinz Guderian (véase este documento), lo que conduciría en el otoño/invierno de 1943 a serias fricciones entre ambos.

H.Qu.OKH, 17.10.1943

Der Generalinspekteur der Panzertruppen

Abteilung Ausbildung









Memorándum sobre las operaciones de las unidades acorazadas en el verano y otoño de 1943





  1. Operaciones ofensivas própias.

    Los reveses sufridos en las operaciones ofensivas pueden ser atribuidos a los siguientes motivos.


    1. Ataques contra posiciones defensivas.

      El ataque de las unidades acorazadas se llevó a cabo contra una série de profundos y escalonados sistemas defensivos protegidos por fosos antitanque, campos de minas y repletos de una multitud de defensas naturales contra carros de combate (barrancos, zonas pantanosas, arroyos). El avance acorazado tuvo que llevarse a cabo a través de rutas fijas y resultó parcialmente fragmentado debido a los obstáculos existentes. La constante necesidad de atacar frontalmente los puntos más fuertes de la defensa enemiga, extensos frentes de cañones anticarro y campos de minas, desgastó rapidamente a las unidades acorazadas atacantes. En unos pocos días el número de carros de combate operativos de una brigada acorazada pasó de 300 a 12; de estas bajas aproximadamente 100 fueron provocadas por minas.


    2. Superioridad del enemigo.

      Los negativos efectos del desfavorable terreno se vieron acentuados por un enemigo personal y materialmente superior. Mientras el enemigo pudo lanzar al combate en todo momento nuevas reservas nosotros no dispusimos de suficientes unidades para lograr mantener y ampliar los éxitos logrados así como para proteger nuestros flancos y tampoco se dispuso de reservas materiales para equilibrar las altas perdidas sufridas de armamento y equipo. Sirva como ejemplo que en el transcurso de los combates el enemigo movilizó contra solamente una de las armadas alemanas atacantes 8 cuerpos acorazados y 2 cuerpos motorizados con un total de 2200 carros de combate procedentes de sus reservas operativas.

      Los combates se han caracterizado además por lo siguiente:

      1. La artillería enemiga es mucho más potente y ágil que en los primeros años de la contienda.

      2. La aviación enemiga es mucho más numerosa y agresiva.

      3. Los mandos enemigos han aprendido a concentrar puntualmente su artillería, carros de combate y cazabombarderos.
    3. Insuficiente concentración de fuerzas y cooperación entre armas.

      Ante unas condiciones previas tan dificiles la ofensiva unicamente hubiera podido tener expectativas de éxito si el principio de la concentración de fuerzas se hubiera llevado a cabo sin fisuras.

      La concentración del arma acorazada sin asumir ningún tipo de compromisos y su apoyo mediante operaciones masivas del resto de armas (artillería, fuerzas aéreas, ingenieros) eran factores decisivos para lograr el éxito. Este principio debía mantenerse, tambien en los momentos más críticos.

      En el transcurso de los combates la concentración de las armas ofensivas fué debilitándose. Batallones acorazados fueron fragmentados, sus partes repartidas entre diferentes divisiones y estas tuvieron que asumir en ocasiones misiones secundárias. Frecuentemente ataques acorazados no fueron apoyados por la artillería y fuerza aérea ó bien debido a la escasez de tiempo este apoyo no pudo ser preparado de forma que pudiera asegurarse su eficacia. En los momentos criticos los ingenieros no siempre se encontraron en el lugar correcto para limpiar campos de minas.


    4. Inexistencia del factor sorpresa.

      El factor sorpresa, uno de los requisitos fundamentales para lograr el éxito de un ataque acorazado, no existió. El enemigo, totalmente preparado para la defensa, esperaba el ataque.


    5. Escaso número e insuficiente madurez de los nuevos carros de combate.

      Mientras el enemigo fabricaba sus ya probados carros de combate el arma acorazada alemana se encontraba en un proceso de transición, en un estado experimental.

      Solamente se han podido equipar unos pocos batallones con los nuevos modelos de carros de combate, vehículos tecnicamente todavía inmaduros y cuyas tripulaciones además disponían de claras lagunas en su instrucción.

      La exagerada propaganda sobre los nuevos carros de combate alemanes ha creado en otras armas unas expectativas que no se corresponden con la realidad.

    Para el empleo operativo de unidades acorazadas se desprenden los siguientes principios constatados en base a anteriores experiencias:

    1. No deben emplearse unidades acorazadas contra frentes estáticos consolidados antes de que estos hayan logrado ser rotos en su total ancho.

    2. Un ataque acorazado no debe verse limitado por dificultades del terreno, debe disponer de capacidad de movimiento.

    3. Creación de un centro de gravedad sin fisuras concentrando las unidades acorazadas y todas las armas de apoyo durante la duración total del ataque.

    4. Valerse del factor sorpresa atacando ahí donde el enemigo no lo espera.
    Merece ser aquí comentado que el enemigo ha asumido como própios estos principios sobre el empleo operativo de unidades acorazadas. Debe destacarse la prohibición categórica del enemigo de fragmentar los cuerpos acorazados entre la infantería así como el rechazo ilimitado de emplear cuerpos acorazados para romper líneas defensivas fortificadas (orden del representante del comisario popular para la defensa de Junio de 1942).



  2. Combates defensivos y de repliegue.


    1. Estado y empleo de las unidades acorazadas.

      Al finalizar la ofensiva la mayoría de las tropas acorazadas habían perdido una parte fundamental de su capacidad combativa sin haber logrado desgastar las reservas operativas enemigas y de este modo poder disponer de una pausa de respiro para poder reorganizarse. Los a partir de estos momentos constantes ataques enemigos forzaron al empleo de la mayoría de las divisiones acorazadas en anchos sectores defensivos, convirtiendose estas unidades en los pilares del frente defensivo debido a la insuficiente firmeza de la infantería en estos momentos de crísis. La movilidad de las unidades acorazadas no pudo ser aprovechada y los mandos no dispusieron de ninguna posibilidad de rechazar las puntas de ataque enemigas en los puntos más criticos y de este modo estabilizar la situación.

      La escasez de reservas operativas rápidas condujo a los continuos repliegues desde el Donez hasta el Dnjepr.


    2. Descenso de la capacidad combativa.

      Ante el agravamiento de la situación las divisiones acorazadas y de infantería motorizada fueron empleadas en gran medida en misiones de apoyo local (bomberos) para las divisiones de infantería. Los pocos carros de combate todavía operativos fueron movilizados sin pausa de un punto amenazado al otro con el objetivo de rechazar grandes y pequeños ataques enemigos. Tuvo que prescindirse de cualquier tipo de mantenimiento tecnico regular de los vehículos, carros de combate que tras marchas de 2500 km no habían gozado de un cambio de aceite sufrieron averías en sus pistones y quedaron inmovilizados en el campo de batalla. Así p.e. tras tres semanas de ininterrumpidos combates practicamente todos los motores de un regimiento acorazado se encontraban averiados. Debido al carácter de los combates de repliegue vehículos con averías tecnicas leves y que normalmente hubieran podido ser reparados rapidamente por la tropa tuvieron que ser volados por los aires. Los servícios de recuperación en esta situación se vieron totalmente desbordados, cientos de carros de combate nuevos cayeron en manos del enemigo. Así se explican las elevadas cifras de pérdidas totales sufridas de aproximadamente un 40%.

      Bajo estas circunstancias la capacidad combativa de las unidades acorazadas sufrió un rápido debilitamiento adicional.

      La mayoría de las divisiones acorazadas estaban formadas ya unicamente por un batallón de granaderos con unos pocos carros de combate, una relativamente potente artillería así como por un largo convoy de vehículos de abastecimiento. El incansable trabajo de los servícios de reparación y mantenimiento evitó un aumento adicional de las pérdidas de armamento y equipo.

      Durante la movilización de unidades de alarma se consumieron excelentes e irrecuperables especialistas acorazados, mal armados y sin haber sido suficientemente instruidos estos especialistas fueron sacrificados.


    3. Aceleración del proceso de desgaste.

      Si bien el desgaste de las unidades acorazadas debido a la presión de los acontecimientos fué en cierta medida inevitable, en muchos casos se produjo una evitable y de este modo inútil aceleración del consumo de estas unidades debido a una evidente falta de comprensión de jefes locales pertenecientes a otras armas a los que se les habían subordinado temporalmente carros de combate. Ordenes operativas equivocadas ó que no se correspondían en ningún modo con las capacidades de las armas acorazadas se repitieron con frecuencia. A continuación algunos ejemplos:


      1. Una todavía potente división acorazada que se mantenía como reserva operativa de ataque fué literalmente desmantelada en sus elementos básicos por divisiones de infantería con el objetivo de rechazar pequeñas y grandes incursiones enemigas. En función de las necesidades compañías acorazadas, batallones y unidades cazacarros fueron subordinadas a comandantes de sector. Tambien el regimiento de artillería acorazada fué subordinado a una división de infantería, regimiento del que la división acorazada tuvo que prescindir en el transcurso de una operación posterior en otro sector.

        El valor combativo de una división acorazada se basa fundamentalmente en la colaboración de sus diferentes elementos. El elemento individual fragmentado se consumirá mucho más rápido y logrará mucho menos de lo que sucedería en el marco normal de la división. Es mucho más prometedor limpiar diferentes puntos donde el enemigo ha logrado romper nuestro frente uno detrás del otro y de forma concienzuda que hacerlo simultaneamente en puntos diferentes sin los medios suficientes. Todas las experiencias constatan que el éxito total no se logra mediante la movilización precipitada de unidades individuales sinó mediante un contraataque concentrado y preparado con antelación.


      2. Un recien creado batallón Panther fué nada más alcanzar la zona de operaciones fragmentado entre diferentes cuerpos y divisiones. Debido a la imposibilidad de tutelarlos tecnicamente la mayoría de los vehículos causaron baja tras solamente unos pocos días. Debido a que los de por sí ya insuficientes medios de recuperación no lograron recuperar a tiempo los vehículos inmovilizados sobre un muy ancho sector una parte de los carros de combate cayó en manos del enemigo. En unos pocos días el número de carros de combate operativos pasaron de 96 a unicamente 8.

        Para que una unidad acorazada pueda sobrevivir esta tiene en todo momento que poder regenerarse por sí sola, es decir, equilibrar las bajas mediante reparaciones. Si se le priva de esta capacidad de regeneración fragmentando sus operaciones en un muy corto periódo de tiempo esta unidad habrá sido destruida sin haber podido aportar nada a la causa. Esto es algo que no puede justificarse en ningún caso, tampoco en situaciones de crisis de carácter local.


      3. En multitud de casos unidades acorazadas fueron lanzadas al combate de forma precipitada, sin el apoyo en muchos casos posible de otras armas, sin protección de sus flancos, sin la suficiente orientación, en algunos casos incluso sin asegurar su suficiente abastecimiento de combustible. La emisión de ordenes y las ordenes contrarias han sido frecuentes. En muchas ocasiones y en contra de las ordenes recibidas la infantería no ha acompañado el ataque acorazado de forma que los pocos carros de combate disponibles al alcanzar su objetivo se han encontrado solos y sin ningún tipo de apoyo expuestos a los efectos del fuego enemigo.

        Mientras más pequeña es una unidad acorazada más necesario es su constante apoyo por otras armas, especialmente por los granaderos. En los actuales combates se ha constatado casi siempre además como necesario el apoyo de la artillería para proteger los flancos del ataque acorazado. Bajo las actuales condiciones y la ya habitual fragmentación de los carros de combate su apoyo efectivo por otras armas hubiera tenido que ser vinculante. En cambio con frecuencia se ha podido constatar una indignante falta de comprensión por parte de oficiales de otras armas dirigida unicamente a la irresponsable explotación de las armas acorazadas a ellos subordinados.

        Tampoco los nuevos carros de combate alemanes son invunerables. El blindaje frontal del Panzer VI es perforado por el cañón anticarro ruso de 5,7 cm, los cañones de 7,62 cm y los de 15,2 cm hasta los 500 metros, su blindaje lateral y trasero hasta los 1500 metros.

        En este contexto debe indicarse que la continua cooperación entre dos armas (p.e. entre carros de combate y la infantería motorizada en el marco de una división acorazada) es de un valor incalculable y nunca podrá ser sustituida por la cooperación entre diferentes unidades extrañas. La reclamación de comprensión de la infantería por el arma acorazada es urgente.


      4. Se han mantenido carros de combate pendientes de reparación en la primera línea durante días, exponiéndolos al fuego enemigo y sin que estos vehículos tuvieran la más mínima posibilidad de inflingir daños al enemigo. Posteriormente estos vehículos han faltado para rechazar una incursión enemiga.


      5. Un Panzer VI sin munición y con los radiadores averiados recibió ordenes de realizar un simulacro de ataque. El vehículo fué capturado por el enemigo.


      6. Un cañón anticarro autopropulsado recibió ordenes de marchar y localizar la posición de las puntas de ataque enemigas. Otro cañón anticarro autopropulsado muy debilmente blindado y con el sistema de expulsión de vainas averiado fué lanzado al combate por un comandante de la infantería sin nigún apoyo y cayó en manos del enemigo.

        Todos estos hechos, no se trata en ningún caso de hechos excepcionales, no fueron provocados por la situación del momento. Al contrario: especialmente en las situaciones criticas las escasas armas acorazadas deben de mantenerse como el más eficaz medio de apoyo de la en tan duros combates envuelta infantería. De este modo las armas más potentes del ejercito de tierra con frecuencia han sido consumidas sin que le hayan sido de provecho a la infantería, es decir, sin haber logrado debilitar la fuerza ofensiva del enemigo.

        De los 3000 carros de combate alemanes que se encontraban este verano estacionados en el Frente del Este a día de hoy solamente disponemos de 300. Estas tan elevadas pérdidas no se deben tanto a la superioridad enemiga sino al tipo de operaciones. El que el frente no se haya derrumbado se debe unicamente a que el enemigo hasta ahora no ha sido capaz de movilizar de forma concentrada sus unidades acorazadas a niveles superiores al de brigada (parcialmente lógico por la escasez de medios de comunicación).

    4. Experiencias en la defensa contra carros de combate.

      El arma cazacarros alemán se encuentra en un periódo de transición, su equipación está formada por modelos nuevos y modelos obsoletos y una parte de ella es practicamente inservible. Frente a los continuos ataques acorazados enemigos las unidades de cañones anticarro han tenido que asumir una muy difícil misión.

      Aún y así se ha podido constatar que ahí donde la defensa anticarro de un sector ha sido correctamente establecida y donde se han aprovechado todos los medios anticarro disponibles los ataques acorazados enemigos han podido ser casi siempre rechazados. Se han realizado las siguientes experiencias:


      1. La misión de la defensa anticarro no se cumple si el ataque acorazado enemigo logra ser detenido en la profundidad del campo de batalla una vez que la mayoría de la infantería haya sido arrollada. Debido a la estrecha colaboración entre los carros de combate enemigos y su infantería, generalmente montada sobre ellos, una vez que nuestra infantería ha sido superada por los carros de combate y esta ha sido forzada a buscar protección esta es generalmente una presa fácil para los infantes enemigos. La defensa anticarro unicamente habrá logrado alcanzar su objetivo si logra detener el ataque acorazado enemigo frente ó bien en la primera línea de combate.


      2. Para lograr este objetivo la elección de la primera línea es decisiva, los intereses de la defensa anticarro son determinantes. Posiciones con pendiente hacia delante (Vorderhangstellung), especialmente sobre terreno abierto, obligan generalmente a posicionar las armas anticarro en zonas retrasadas pues de lo contrario estas suelen ser localizadas y destruidas antes del ataque enemigo. En este caso el enemigo puede arrollar a una infantería insuficientemente equipada con armas anticarro y posteriormente arrollar los cañones anticarro que no disponen de protección de la infantería.

        La infantería y los cazacarros son un colectivo de combate indivisible e interdependiente pero que solamente puede subsistir en el terreno adecuado. Por motivos de seguridad frente carros de combate debe de priorizarse por principio la posición de pendiente inversa (Hinterhangstellung) y aceptar las desventajas de este tipo de terreno.


      3. Un foso antitanque detrás de la primera línea de combate puede ser realizado, supervisado y mantenido con mayor facilidad pero no ofrece una protección directa a la infantería. Por este motivo el foso antitanque debe establecerse delante de la primera línea, ya simplemente por motivos psicológicos, y en el caso de disponer del personal y del tiempo necesario puede entonces establecerse como complemento un segundo foso detrás de la primera línea.


      4. En el futuro tampoco vá a poderse prescindir de la división de los cañones anticarro entre los cañones anticarro remolcados y los autopropulsados. Los cañones anticarro remolcados pueden ser posicionados para la defensa en posiciones muy adelantadas, convirtiendose así en el pilar de la defensa anticarro, además son más sencillos y pueden ser fabricados en mayor número. Los cañones anticarro autopropulsados, que debido a su mayor altura deben mantenerse preparados en zonas más retrasadas, suponen un complemento móvil de la defensa anticarro. Los ligeramente blindados cañones anticarro autopropulsados, una solución provisional, ahí donde han sido empleados correctamente han logrado muy buenos resultados. Aún y así no son ni carros de combate ni tampoco cañones de asalto. Tambien en este aspecto no ha existido siempre la necesaria comprensión.


      5. Durante los combates de repliegue en muchas unidades se ha perdido la conciencia de la necesidad del combate anticarro de proximidad, algo que debe ser de nuevo interiorizado. En todos los lugares donde el combate anticarro de proximidad ha sido instruido (tambien en los estados mayores y convoyes de abastecimiento) se han logrado resultados excepcionales.

  3. Conclusiones finales.

    En el futuro más próximo operaciones ofensivas alemanas a gran escala no ván a ser posibles, teniendonos que limitar por el momento unicamente a la defensa de las esperadas grandes ofensivas enemigas. El proceso hacia una batalla material, algo que se ha venido observando a lo largo del ultimo año, vá a continuar su desarrollo.

    La lucha defensiva en el este, mientras esta tenga que ser llevada a cabo forzosamente de este modo, no puede continuar realizandose de la actual forma pasiva sin que ello conmocione la estructura integral del frente entero. Una debilitación decisiva del enemigo unicamente puede alcanzarse mediante una lucha activa y móvil como transición hacia posteriores golpes ofensivos con objetivos fundamentales para la decisión de la guerra.

    En el oeste y ante las esperadas grandes operaciones enemigas desde el mar y el aire existe ya hoy la necesidad de hacer la guerra de una forma ofensiva atendiendo los probados principios del pasado.

    Para ello se consideran los siguientes requisitos como esenciales:


    1. Regeneración de las unidades acorazadas.

      La reconstrucción de un potente arma acorazada alemana debe ser el objetivo principal.

      Era hasta ahora el arma acorazada uno de los medios decisivos en esta guerra, hoy se ha convertido en el factor decisivo que determinará su desenlace. La rápida regeneración de la mayoría de las divisiones acorazadas y divisiones de infantería motorizada en conformidad con la capacidad de la industria alemana es la única vía que puede asegurar una estabilización duradera de la situación así como la recuperación de la iniciativa. Cualquier retraso en este campo, en un momento en el que el enemigo produce 50.000 carros de combate al año, supone un autodesarme, una autocastración.

      Para lograrlo la medida más urgente es la retirada gradual del frente de las divisiones acorazadas. La substancia de estas unidades ya ha sido consumida en un gran nivél. Aún y así todavía se conservan los elementos que determinan al arma acorazada: movilidad, mandos experimentados, especialistas en todas las armas, servícios de mantenimiento y reparación. Por estos motivos el arma acorazada puede ser regenerada en un relativamente corto periódo de tiempo sin la necesidad de tomar medidas especiales de organización. Eso sí, es la ultima oportunidad para aprovechar en el futuro las valiosas fuerzas que todavía conservan estas unidades.

      De forma paralela las nuevas armas acorazadas alemanas alcanzarán por primera vez su plenitud, armas que en los ultimos combates y debido a defectos en principio de carácter leve y que necesariamente existen en nuevos diseños, han defraudado y han conducido a juicios de valor erróneos. Los carros de combate Tiger a día de hoy han superado los principales problemas iniciales y se han ganado el reconocimiento del enemigo. El Panther se encuentra en el mejor camino para superar los defectos todavía existentes. Las inalcanzables prestaciones de tiro de los cañones de 8,8 cm y 7,5 cm así como la protección frente impactos de estos vehículos suponen una cúspide en el desarrollo de armamento. Lo mismo es válido para el resto de nuevas armas anticarro. No existe ninguna duda que las nuevas armas acorazadas alemanas son muy superiores a las actuales de producción rusas y angloamericanas.


    2. Empleo de las unidades acorazadas.

      Como demuestra la evolución de la guerra hasta estos momentos el disponer de un potente arma acorazada no es todo: fundamental es su método de empleo. El requisito para lograr cualquier éxito decisivo es el empleo del arma acorazada alemana en base a los principios que la llevaron a alcanzar sus históricos éxitos: concentración de toda su fuerza, un terreno que permita su movilidad y el factor sorpresa golpeando las zonas más debiles del enemigo.


    3. Refuerzo de la defensa anticarro de la infantería.

      Los combates de este verano han convertido el problema de la defensa anticarro en uno de los más urgentes y fuerza a buscar con todos los medios y en un corto periódo de tiempo una solución.

      De forma paralela a la regeneración del arma acorazada, que tambien dará sus frutos para la infantería, debe llevarse a cabo el posible y necesario refuerzo de la equipación con armas anticarro de las divisiones de infantería.

      Además de la equipación con nuevas armas de combate anticarro de proximidad (Offenrohr, Faustpatrone, Püppchen) los batallones cazacarro de las divisiones de infantería deben ser reconstruidos. Tambien aquí se dispone todavía de un suficiente número de especialistas. Como medida inmediata debe iniciarse este proceso con la equipación de una compañía de cada batallón cazacarros con Panzerjäger IV (cañón de asalto). De este modo la infantería dispondría de un apoyo constante y própio y de igual modo perdería su actual sentimiento de soledad. De forma paralela las unidades acorazadas serían menos sobrecargadas por la infantería y estarían disponibles para misiones mayores.

      Los batallones cazacarros del ejercito (Heeres-Panzerjäger-Abteilungen), especialmente los batallones a los que les serán proximamente asignados los cazacarros pesados sobre chásis V y VI, serán un refuerzo especialmente efectivo de la defensa anticarro con las armas más potentes.


      Si se cumplen todos estos requisitos, y solo entonces, debería resultar imposible que en el futuro se repitieran los desafortunados combates del verano y otoño de este año. El enemigo, hoy todavía embriagado por los exitos logrados a tan bajo coste, caerá igual de rápido en la medida que aumente nuestra confianza en la victoria.